Tal vez ningún otro modelo extranjero pesó tanto en la mentalidad de los fabricantes de autos de EEUU como el Jaguar XK 120 de 1950. Al XK 120 se le atribuye la aparición del Ford Thunderbird y del Chevrolet Corvette.
El XK 120 no fue el primer dos plazas de la firma inglesa Jaguar, pero fue el que dejó una marca indeleble. Antes de su aparición, Jaguar había ofrecido el SS-100 y el 100.
El XK 120 fue una grandiosa reunión de ingeniería y estilo; para sus creadores debía tener un gran sentido estético como así también el poder y la arrogancia de un auto de carrera, de ahí que se le colocara un motor de doble árbol de levas, capaz de desarrollar su potencia máxima a las 5.000 rpm. Tales atributos fueron hasta su aparición características exclusivas de los autos de competición. Se le colocó un motor de aluminio con 6 cilindros en línea, de 3.400 cc y dos carburadores que desarrollaba 160 hp a 5.200 rpm.
El auto demostró en la calle que podía cumplir la oferta de su nombre: que alcanzaba las 120 millas por hora. Las versiones de carrera también tuvieron resultados fabulosos. En 1951 ganó las 24 horas de Le Mans. Luego, un equipo liderado por Stirling Moss hizo correr al auto en pista por 27.000 km durante una semana, con un promedio de 160 km/h. En 1954, fue el único auto importado en ganar la NASCAR. No se le podía pedir más a un auto, no solo era hermoso y rápido, sino también un ejemplo de mecánica.